Compartir la Riqueza del Agua: Editorial

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Sharing the Wealth of Water

by Patrick McCully

Miles de políticos, burócratas a cargo del agua, profesionales del cabildeo corporativo, y activistas de ONGs están convergiendo en la Ciudad de México para el 16 de marzo, cuando se iniciará el cuarto Foro Mundial del Agua. Este magno evento pretende abordar un tema que quizá sea el problema más apremiante del mundo: cómo asegurar que toda persona tenga acceso a suficiente agua limpia para vivir dignamente, a la vez que se asegure suficiente suministro de agua para regar los cultivos y mantener los ecosistemas de agua dulce.

Las espantosas estadísticas sobre el agua – más de mil millones de personas sin acceso a agua potable aceptable, más de dos millones de niños/as que mueren cada año por el agua contaminada y el saneamiento ambiental inadecuado, cientos de millones de familias campesinas en tierras áridas pasando hambre, y ecosistemas de agua dulce que cada vez más quedan secos – señalan todas la necesidad de una revolución en la manera en que manejamos el agua.

La buena noticia es que es técnicamente posible, económicamente accesible y perfectamente factible dotar de agua a todos quienes la necesiten en los próximos años. La mala noticia es que el grupo de presión al servicio de las grandes represas está llegando a México con la intención de presionar por un agresivo resurgimiento de inversiones en mega–proyectos hídricos.

Las represas grandes y trasvases de agua ayudan a que los bancos de desarrollo desembolsen grandes prestamos. Estas tremendas obras dan prestigio a los políticos y a la burocracia de los ministerios de recursos hídricos, y pueden dar grandes beneficios económicos a las empresas de ingeniería y construcción. Pero no podrán aportar sustancialmente a cubrir las necesidades de la gente más pobre del mundo en materia de agua, alimentos y energía.

La gran mayoría de quienes viven en la pobreza extrema son pequeños agricultores que dependen de la lluvia, que es cada vez menos confiable. Estos agricultores también constituyen la mayoría de las personas sin acceso a sistemas dignos de agua potable y saneamiento. Los costosos proyectos de represas grandes podrán dotar de agua a las ciudades, y a los agricultores comerciales en las llanuras que son relativamente limitadas, cerca de los ríos principales y con las demás condiciones para el riego en gran escala. Pero no hay manera de que doten de agua a la gran mayoría de familias campesinas que viven en tierras empinadas y marginales, sin ninguna posibilidad de pagar para que se canalice, bombee y entube el agua desde los distantes embalses.

El Proyecto del Milenio de las Naciones Unidas describe a la finca campesina como “el epicentro mundial de la miseria”. Al mejorar drásticamente los rendimientos de las familias campesinas, la infraestructura hídrica en pequeña escala – pero aplicada en gran escala – podrá aumentar la producción alimentaria, reducir la pobreza, y reforzar el crecimiento económico en los países más pobres.

Las estrategias en pro de la gente pobre (y también en pro de la Naturaleza) para gestión del agua incluyen tanques y albarradas para cosecha del agua de lluvia, tecnologías de bajo costo para el riego por goteo y el bombeo casero, y técnicas de producción que reduzcan los requerimientos de agua pero aumentan las cosechas.

Para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU, rescatando a 100 millones de familias campesinas de la pobreza extrema mediante tecnologías hídricas de bajo costo requeriría invertir aproximadamente US$ 20 mil millones en diez años – menos de la décima parte de la inversión realizada por los países en vías de desarrollo para construir represas grandes en los años 1990s. El Instituto Internacional para el Manejo del Agua (IWMI) en Sri Lanka estima que el beneficio económico de superar la pobreza de estas familias campesinas ascendería a unos US$ 300 – 600 mil millones.

En la árida región de Rajasthan al noroeste de la India, las albarradas y pequeñas represas para cosechar el agua de lluvia logran suministrar agua potable a la gente a cien veces menos costo que el agua de la malhadada Represa Sardar Sarovar en el Río Narmada. El costo de la represa Sardar Sarovar de agua de riego es aproximadamente $3800 por hectárea – las bombas de pedal, accionadas por la fuerza humana, pueden asegurar el agua de riego para una hectárea por $120.

Así como la gran mayoría de las personas que viven sin acceso al agua potable vive en las zonas rurales de los países en vías de desarrollo, así también la mayoría de las 1600 millones de personas sin electricidad son campesinas. Las necesidades energéticas de las zonas rurales pobres pueden satisfacerse de la mejor manera mediante cocinas mejoradas, mini– y micro–centrales hidroeléctricas, y otras fuentes de energía renovable, como bombas accionadas por el viento para alzar el agua subterránea. Las masivas obras hidroeléctricas que abastecen de energía mediante grandes líneas de transmisión hasta las minas, industrias y ciudades grandes rara vez benefician a la gente rural.

Mejorar el acceso al agua y la energía en las comunidades rurales del mundo en vías de desarrollo liberaría a las mujeres y niños/as de su tarea dificil, durante muchas horas diarias, de cargar agua y recoger leña. Mejoraría dramáticamente la salud de la gente (especialmente si se incluyen programas de saneamiento a bajo costo). Y reduciría el hambre, aumentando los ingresos, no sólo por las cosechas mayores, sino también por la mayor disponibilidad de energía para procesar los productos. Además, las tecnologías en pequeña escala son igualmente viables para satisfacer las necesidades de agua y energía en las crecientes zonas urbano–marginales de las ciudades del mundo en vías de desarrollo.

Tan sólo un desarrollo inteligente de la infraestructura hídrica y energética no podrá resolver los escandalosos problemas mundiales de la pobreza y desigualdad. Pero – sin una realineación radical de las prioridades en los sectores del agua y la energía – la esperanza de agua y energía para todos y todas seguirá siendo un sueño remoto.

Patrick McCully es Director Ejecutivo de la Red Internacional de Ríos (International Rivers).